Es posible relacionar el “valor compartido” con la sostenibilidad de aquellos que participan en la creación de ese valor, pero ¿qué significa el valor compartido?
Porter y Kramer han definido este concepto como “(…) las políticas y prácticas operacionales que mejoran la competitividad de una empresa, a la vez que ayudan a mejorar las condiciones económicas y sociales de las comunidades donde opera” (Díaz, 2015, p. 210).
Actualmente, la organización o empresa no se ve de forma aislada, sino que su funcionalidad entraña una posición en la sociedad, por lo cual, en su proceso de operatividad, el desarrollo de la primera repercute en el progreso de la segunda, de forma que lo económico y lo social se encuentran entrelazados en ese proceso.
Con la evolución de la responsabilidad social corporativa, las instituciones y los conceptos que esa disciplina trae consigo, las organizaciones han pasado a tener un rol más activo en la sociedad, dejando de ser simples agentes económicos y potenciándose a través del valor que aportan a esta en el desarrollo de sus actividades.
Mecanismos como el compliance, el buen gobierno corporativo y la responsabilidad social corporativa han pasado a ser tendencia en el mundo organizacional, ya que para generar valor compartido es necesario que todos los grupos de interés puedan relacionarse de forma efectiva con la organización desde adentro hacia afuera.
Un sistema organizacional y la ética aplicada en la operatividad de las organizaciones es trascendental para poder crear valor compartido, por esta razón, el abogado ha de asumir un papel activo en este proceso y generar estrategias sólidas que permitan a las empresas y organizaciones adaptarse y evolucionar en el tiempo a la par de la sociedad, de manera que las políticas y prácticas operacionales implementadas puedan generar confianza en los grupos de interés y permitan la sostenibilidad de estas, obteniendo beneficios y ventajas competitivas.
Esta es parte de la visión que el abogado debe desarrollar en el ejercicio de la profesión. Facilitar la creación de valor compartido a través del ejercicio ético del Derecho es permitir el desarrollo social y con ello la innovación y evolución, el ciclo progresivo en el cual el crecimiento de una organización impacta positivamente en la sociedad. Considerando siempre que este proceso puede adaptarse a la visión, objetivos y necesidades de cada organización, sin que ello implique una obligación o una carga para esta, ya que la finalidad es aportar desde sus áreas, capacidades y operatividad.
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